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Pyziu
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Friday 20 September 2024 15:04:54 GMT
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rudihks0
Rudihks :
🤣
2024-12-14 19:27:20
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zawinienie_dragoniarz
Wojtus :
V max 80 ja mam 110 na yamaszce 125
2024-10-20 09:54:12
1
nugzz065
Nugzz :
Kiepie już przerobić rower z e Bike kitem wyjdzie taniej i nawet może więcej pojechać
2024-10-20 13:41:48
0
zcxn14
zcxn :
😂😂
2024-10-19 23:28:32
0
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En un reciente concierto del reconocido cantante vallenato Silvestre Dangond, se vivió un momento inesperado y controvertido. Según reportes, mientras estaba sobre el escenario, el artista hizo una pausa en su presentación para emitir críticas hacia el presidente Gustavo Petro.  Lo que debía ser una velada musical se transformó en un escenario de tensión política. De inmediato, parte del público reaccionó con abucheos. En medio de la molestia colectiva, alguien lanzó un chorro de agua directamente al rostro de Dangond, interrumpiendo su discurso y generando desconcierto entre los asistentes.  El instante se viralizó rápidamente en redes sociales y medios de comunicación. El cantante, visiblemente sorprendido, calificó la situación como “una mala jugada de la emoción” y pidió tranquilidad, mientras algunos asistentes gritaban que lo retiraran del escenario.  En ese momento quedó claro que el concierto había traspasado el límite entre espectáculo artístico y arena política. Este episodio subraya algo fundamental: los escenarios artísticos tienen un rol poderoso, pero al mismo tiempo frágil. Son espacios de encuentro, emoción y cultura, no arenas para imponer convicciones ni para provocar confrontación. Cuando un artista decide expresar opiniones políticas en un show, corre el riesgo de polarizar a su público o de generar reacciones incluso agresivas. No obstante, del mismo modo, los espectadores también tienen responsabilidad: la diversidad de opiniones es inherente a una sociedad plural. El respeto hacia posturas distintas —incluso cuando no comulgamos con ellas— debe ser norma, no excepción. Un concierto no debe convertirse en campo de batalla político, sino en escenario de disfrute y convivencia democrática. En resumen: lo que ocurrió esa noche con Silvestre Dangond recuerda lo delicado que es conjugar arte y política, y lo esencial que es cultivar tolerancia y respeto ante las diferencias.
En un reciente concierto del reconocido cantante vallenato Silvestre Dangond, se vivió un momento inesperado y controvertido. Según reportes, mientras estaba sobre el escenario, el artista hizo una pausa en su presentación para emitir críticas hacia el presidente Gustavo Petro. Lo que debía ser una velada musical se transformó en un escenario de tensión política. De inmediato, parte del público reaccionó con abucheos. En medio de la molestia colectiva, alguien lanzó un chorro de agua directamente al rostro de Dangond, interrumpiendo su discurso y generando desconcierto entre los asistentes. El instante se viralizó rápidamente en redes sociales y medios de comunicación. El cantante, visiblemente sorprendido, calificó la situación como “una mala jugada de la emoción” y pidió tranquilidad, mientras algunos asistentes gritaban que lo retiraran del escenario. En ese momento quedó claro que el concierto había traspasado el límite entre espectáculo artístico y arena política. Este episodio subraya algo fundamental: los escenarios artísticos tienen un rol poderoso, pero al mismo tiempo frágil. Son espacios de encuentro, emoción y cultura, no arenas para imponer convicciones ni para provocar confrontación. Cuando un artista decide expresar opiniones políticas en un show, corre el riesgo de polarizar a su público o de generar reacciones incluso agresivas. No obstante, del mismo modo, los espectadores también tienen responsabilidad: la diversidad de opiniones es inherente a una sociedad plural. El respeto hacia posturas distintas —incluso cuando no comulgamos con ellas— debe ser norma, no excepción. Un concierto no debe convertirse en campo de batalla político, sino en escenario de disfrute y convivencia democrática. En resumen: lo que ocurrió esa noche con Silvestre Dangond recuerda lo delicado que es conjugar arte y política, y lo esencial que es cultivar tolerancia y respeto ante las diferencias.

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