Isabel :
Desde el instante en que el protagonista de Si la vida te da mandarinas cruzó su mirada con la de ella, el mundo entero pareció detenerse, como si la vida misma quisiera regalarle un respiro de eternidad; desde entonces, cada pensamiento, cada gesto y cada palabra suya están teñidos por la intensidad de un amor que lo desborda, un sentimiento que no puede ni quiere ocultar, porque ella no es solo la mujer que habita sus sueños, sino la razón por la que despierta cada día con el corazón encendido. En sus ojos descubre el reflejo más puro de lo que significa vivir, en su risa halla la melodía que da sentido a su silencio, y en la suavidad de su presencia percibe la promesa de un destino compartido. Para él, amarla no es una elección, es una necesidad vital, tan esencial como el aire que respira o el latido que lo mantiene en pie; y aunque la vida le ofrezca pruebas difíciles y momentos de incertidumbre, basta con recordar su nombre para que toda sombra se disipe y resurja la fuerza de seguir adelante. Su amor es fuego y es calma, es ternura y es deseo, es un anhelo infinito que no entiende de límites ni de tiempo, porque en lo más profundo de su alma sabe que ella no es simplemente una parte de su historia: ella es su historia, la musa eterna que da sabor a sus días y que convierte cada mandarina amarga en un fruto dulce de esperanza y pasion
2025-09-09 02:07:52