Alguien me preguntó por qué cambié, y la pregunta resonó en mí por un momento. Me hizo mirar hacia atrás, no con nostalgia, sino con la claridad de quien observa un camino ya recorrido. Y entendí que no, no he cambiado. Lo que realmente ocurrió es que aprendí. Aprendí a usar la balanza de la reciprocidad. Dejé de darlo todo a manos llenas a quienes me ofrecían vacíos y comencé a darle a cada persona la misma importancia que me daban a mí. No por egoísmo, sino por supervivencia emocional. Comprendí que mi energía es valiosa y mi tiempo es un regalo que solo merecen quienes saben apreciarlo. Aprendí que mi valor no se mide con los ojos de los demás. Durante mucho tiempo, busqué mi reflejo en la aprobación ajena, esperando que me dijeran quién era y cuánto valía. Pero un día, decidí romper esos espejos y mirar hacia adentro. Descubrí que mi valor no depende de cómo otros me vean, sino de cómo me veo a mí mismo. Y en ese descubrimiento, encontré una fortaleza que nadie puede quitarme. Aprendí a ponerme en primer lugar, no como un acto de arrogancia, sino como el más sincero acto de amor propio. Comprendí que merezco amor, respeto y felicidad tanto como cualquier otra persona. Cuidar mi corazón dejó de ser una opción y se convirtió en una necesidad. Empecé a construir murallas, no para aislarme, sino para proteger la paz que tanto me costó encontrar. Y elegí rodearme de personas que realmente valoran mi presencia, aquellas cuya compañía es un refugio y no una tormenta. Así que no, no cambié. No me perdí. Todo lo contrario: finalmente me encontré. Este "cambio" que otros ven es, en realidad, el acto más valiente de volver a mí mismo, de alinear mis acciones con mis valores y mi corazón. Cambiar no es perderse, es el hermoso y revolucionario proceso de encontrarse. #paratii #creatorsearchinsights #superacionpersonal #cambiatuvida #motivation - @viktorok2025