MariaE :
Lo certifico porque mi esposo estuvo 40 días en terapia intensiva, intubado y con diálisis por una pulmonitis, siendo paciente oncológico. Cuando ya no quedaba nada que hacer, en ese 1% de vida, decidí cambiar la forma de hacer las cosas. En lugar de pedirle una y otra vez que luchara por su vida, acepté la voluntad de Dios y se lo entregué a Él.
Entonces dije: ‘En lugar de llorarle y pedirle que regresara, le hablaré, le diré que esté tranquilo, que todo está bien’. Fue allí cuando comencé a ponerle su música favorita y las notas de voz de la gente que lo quiere y lo aprecia. Les pedía a familiares y amigos que, por muy duro que fuera, le mandaran mensajes, le hablaran y lo saludaran, para que sintiera el amor que lo rodeaba.
Yo pensaba que, si él se iba a morir, al menos se fuera tranquilo, escuchando lo que le gustaba y sintiéndose querido. No quería que se fuera en silencio ni solo rodeado de máquinas, sino envuelto en amor, en voces familiares y en recuerdos que le dieran paz.
Lo único que puedo decir a quienes me leen es que soy testigo de que Dios hizo el milagro de traerlo de vuelta a la vida. Si tienen algún familiar en coma, por más ligero que suene, pónganle su música y háblenle. No los atormenten; solo díganles que están bien, háblenles como si estuvieran conscientes. El sentido del oído es el último que se pierde, así que pónganle música con audífonos. Cuídenselo: pónganle cremita en el cuerpo, porque después de varios días la piel se reseca y pueden aparecer puntos de sangre, también en los labios. Asegúrense de que las enfermeras lo sepan, porque todo el cuerpo se va deteriorando, y estos pequeños cuidados hacen la diferencia.
Entre música, amor, voces y fe, Dios me lo devolvió. Hoy sigue aquí con nosotras, vivo, fuerte y convertido en un testimonio del poder del amor y los milagros.
2025-11-26 20:57:43