zugeilis :
Este tema lo he pensado muchísimo, ya que hasta el momento mi círculo de amistad se ha reducido a cero. Vivimos en una época donde la prioridad absoluta somos nosotros mismos, y aunque cuidarnos es importante, este enfoque extremo también trae consecuencias.
Por un lado, muchos evitamos “incomodarnos”: hacemos planes cuando tenemos tiempo, energía o ánimo, como si un amigo fuera una tarea más por agendar. La espontaneidad esa necesidad natural de ver a alguien simplemente porque lo extrañas o te nutre se ha ido diluyendo. Ahora nos movemos por horarios, no por el corazón.
Al mismo tiempo, la sociedad nos empuja hacia un tipo de individualismo donde si yo no me cuido a mí, nadie más lo hará. Y en cierto punto es verdad. Pero ese mensaje, sin querer, nos vuelve más egoístas. Nos acostumbramos a pensar: “Yo sí estaría para mis amigos, pero ellos no están para mí”. Y esta sensación crea distancia, desconfianza y desbalance.
El problema no es que la gente ya no valore la amistad, sino que todos estamos tratando de sobrevivir emocionalmente. Vivimos cansados, estresados, mentalmente saturados. Y cuando la vida pesa, lo primero que se suelta sin querer, son los vínculos.
Pero la amistad verdadera no desaparece por falta de tiempo: desaparece cuando dejamos de estar. Estar para escuchar. Estar para acompañar. Estar para amar. Estar incluso cuando no es conveniente.
La amistad se vuelve frágil cuando la convertimos en un intercambio transaccional: “Yo hago por ti lo que tú haces por mí”. Y se fortalece cuando volvemos a su esencia: un vínculo que se nutre del cariño genuino, del cuidado mutuo, y de mostrar presencia incluso en pequeñas acciones
2025-11-29 19:31:29